La peor persona del mundo del director nórdico Joachim Trier trata sobre la vida de Julie, de veintitantos en Oslo. Consta de un prólogo, epílogo y varios actos. Julie estudia medicina primero, psicología después, y, sin terminar alguna de las dos carreras decide ser fotógrafa. Trabaja en una librería y escribe muy ocasionalmente artículos en Internet. Conoce a Aksel, autor de novelas gráficas e ilustrador y comienzan una relación. Viven juntos, todo parece ir bien, él es mayor, le sugiere que tengan hijos, Julie no quiere esa presión y no sabe si quiere ser mamá. Eventualmente se aburre de Aksel y siente interés por un hombre que conoce en una fiesta a la que se coló. También tiene una relación con él pero inevitablemente se aburre.
Lo interesante es que Julie, a pesar de siempre estar con alguien, se siente sola. Y a pesar de vivir momentos que uno pensaría podrían traerle felicidad está triste, desubicada, aislada. En fiestas, en su departamento, en la calle. Mira a los demás con cierta condescendencia, pero los necesita para sentirse bonita, deseada, interesante. A Julie le atormentan las decisiones, les huye, es incapaz de decidirse por una carrera universitaria, una pareja, un proyecto de vida. Julie deja pasar el tiempo, porque ninguna opción termina por convencerla, se dice a sí mima que elegir es lo mismo que encadenarse. Y prefiere no hacerlo. Se priva de vivir en espera de una mejor vida.
El cine siempre ha producido o reciclado arquetipos, personajes que si bien varían en lo particular se vuelven modelos y referencias que se repiten una y otra vez. El personaje de Julie es el primero en su tipo: joven, bonita, feminista, educada, ni casada, ni con hijos, confundida, profundamente infeliz. La novedad no es que el personaje sufra, esto sucedía todo el tiempo con el arquetipo del detective triste, el ama de casa, el mafioso, el hombre de negocios. Don Draper sufre tanto como Betty (Mad Men, Matthew Weiner, 2007-2015) y como Tony Soprano (The Sopranos, David Chase, 1999-2007). El sufrimiento de Julie es más sutil pero más desgarrador, porque las circunstancias materiales no son la fuente de su desgracia, ni los traumas de su infancia, es un padecimiento interno, una mezcla de narcicismo, desesperanza e inseguridad.
Las reacciones a la película han sido desconcertantes para mí. Sobre todo, pienso en los gringos, que han conseguido promocionarla como algo que no es. Lo mismo le sucedió a Parasite (Bong Joon-ho, 2019), el monstruo al que describen termina por engullirlos. Creo que la película, al presentar un arquetipo, hace que muchas personas, yo incluida, nos sintamos identificadas con el personaje, sin embargo, se ha interpretado que el mensaje es tener más compasión con una misma, la conclusión parece ser que si bien una puede sentirse como la peor persona del mundo no lo es, porque sólo está viviendo. La película no dice eso exactamente, trasciende la absolución y plantea muchas más dudas que respuestas.
Del otro lado tenemos la condena, Richard Brody, crítico del New Yorker: sugiere que la película es una estafa, porque se enfoca demasiado en la vida personal de la protagonista.[1] Se queja de que la trama sea sobre lo personal y no lo político. Cree además que no es deliberado, sino que es una omisión del director; le molesta que deje fuera las opiniones políticas de Julie o quiénes son sus referentes en el mundo de la fotografía, dice que podría hablarse más de cuáles son sus intereses culturales o sus planes a largo plazo. Dice que es como si la película no sucediera en un lugar concreto, que no toma lugar en el mundo, sin darse cuenta que el punto de la película es precisamente ese. Es sobre todo lo que no sucede en el mundo, sino en la mente y el corazón de Julie, a quien no podría importarle menos la política, ni el arte en los términos que piensa Brody.
El título La peor persona del mundo da una pista bastante concreta de eso: si uno es la peor persona del mundo, quizás sea la única persona del mundo. La película no es solipsista es sobre el solipsisimo. No es que uno se sienta la peor persona del mundo y no lo sea, es que el mundo en el que vivimos nos conduce a pensar la vida en nuestros propios términos, al grado de cercenar cualquier vínculo que pueda afectarnos de manera significativa. Ser la peor persona del mundo es un castigo, porque uno está solo, aunque haya más gente.
Richard Brody da por hecho que la vida de Julie es inverosímil. Cuando Julie, lejos de ser un personaje mal escrito encarna la experiencia de nacer a fines del siglo veinte y ser adulto en el siglo veintiuno. Le parece abominable que el mayor interés de una mujer o una persona no sea su vida profesional, sino su vida romántica, sin darse cuenta que la vida romántica es el único refugio de una persona que no quiere o no puede ser parte del mundo. Si vamos un poco más allá, no se cuestiona por qué una sociedad produciría individuos así. ¿En qué mundo una persona se sale tres veces de la universidad? ¿Qué tan aburrida o inútil tiene que ser la universidad para llegar a ese punto? ¿Qué tan aburridos tienen que ser los trabajos para que medio tiempo en una tienda de libros sea mejor opción que tener un trabajo serio? Eso es lo que Brody no entiende, ni muchas personas, que el narcisismo no sólo es un defecto moral, individual, sino una respuesta lógica a un sistema de reconocimiento fallido.
Julie era buena alumna, es muy articulada, educada, seguramente se le inculcó la idea de que era especial y no sólo esto, sino excepcional. La convicción de serlo es lo más importante para ella. Sin embargo, si bien el mundo le ofrece libertad de elegir, no le presenta demasiadas oportunidades para sentirse especial. Julie se rehúsa a ser como el resto, si no puede apartarse de los demás vía el mundo profesional, quizás se aparte del mundo vía su indecisión, su indefinición. El no ser parte del mundo le da esperanza. La película es brillante en demostrar que el final de ese camino también produce sufrimiento. El novio de Julie tiene hijos con otra persona, el mundo avanza sin ella, la gente muere. Ese mundo imaginario que servía de consuelo al final es como toparse con una pared, que en el fondo es ella misma. Se siente atrapada y no hay nadie a quien culpar. Porque incluso cuando es feliz cree que podría serlo más, que merece más de lo que tiene.